jueves, 29 de octubre de 2009

CON LA IGLESIA EMOS DADO, QUERIDO SANCHO

Y advierte, Sancho, que yo veo poco, que aquel bulto grande y sombra que desde aquí se descubre la debe de hacer el palacio de Dulcinea.

-Pues guía vuestra merced – respondió Sancho -: quizá será así; aunque yo lo veré con los ojos y lo tocaré con las manos, y así lo creeré yo como creer que es ahora de día.

Guió don Quijote, y, habiendo andado como doscientos pasos, dio con el bulto que hacía la sombra, y vio una gran torre, y luego conoció que el tal edificio no era el alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo:

-Con la iglesia hemos dado, Sancho.

-Ya lo veo – respondió Sancho -; y en verdad aquel bulto grande y sombra se puede ver como yo la vi, ¿habéis estado alguna vez en el Vaticano?, una obra arquitectónica impresionante, digna de contemplar hasta el más mínimo de los centímetros, pero yo la describiría como la mayor obra, llamemosla "faraónica" jamás realizada, además pagada con la fe de todos los cristianos, y sobre todo centro jerárquico y financiero de la Iglesia Católica, de antes y de ahora.

Si seguimos analizando el pasaje, dice … aunque yo lo veré con los ojos y tocaré con las manos, y así lo creeré….; a pesar de la irreverente locura de Don Quijote, no se deja convencer por falsas sombras, quiere palpar con sus propias manos, la realidad que le ataña. La realidad actual la podemos tocar, porque es táctil, todos los días, en cualquier periódico podemos leer un artículo dedicado a la Iglesia, a las controversias con el estado y sobre todo a las barreras que ésta quiere poner al progreso, a la investigación y sobre todo al desarrollo de una sociedad moderna y futurista.

España es un Estado soberano que además de contar con el Poder legislativo, donde se decide sobre sus propias leyes, no tiene que tolerar las injerencias del Vaticano, no hay nada que la Iglesia pueda reprochar a los suyos ya que Iglesia somos todos, y sobre todo solicitar un diálogo vacío de contenido y pasado de moda, precisamente porque los que forman la iglesia no respetan el diálogo sino que lo que les gusta es imponer su propio criterio.

Estamos asistiendo a lo que podríamos definir como un envalentonamiento de la jerarquía eclesiástica española que, en un alarde de nacional-catolicismo, arremete contra las leyes aprobadas en el Parlamento, que es el órgano de representación de todos los españoles y reflejo de la voluntad popular.

Y en esta tesitura nos encontramos. A día de hoy todavía tenemos que dar explicaciones a la iglesia de que se avanza en materia de libertades porque las sociedades evolucionan de manera natural y hay que adaptarse a las nuevas necesidades, porque la utilización de anticonceptivos puede paliar epidemias en los países subdesarrollados, de por qué las mujeres deben ser libres para interrumpir su embarazo con intimidad y seguridad jurídica, por qué es necesaria una ley de libertad religiosa que va en función de esa evolución social.

Laicidad es la independencia entre la iglesia Católica y el Estado, independencia del poder público del religioso. Lo cual no atenta para nada con el derecho individual de cada uno a profesar la creencia que quiera. Pero ocurre que, como decía al principio, la iglesia lo quiere todo, poder político y poder económico, y con estas reformas ve amenazados ambos.

Creo que la Iglesia, con estas agresiones verbales y desafiantes, lo que está reclamando es una revisión de las relaciones Iglesia-Estado, pero no para intentar arreglar el mundo, sino para pactar la asignación económica que éste empleará en los presupuestos generales del Estado para el ejercicio que viene.

Con la iglesia (fíjate bien, en minúscula, como la escribió Cervantes), hemos dado querido Sancho, pero ya no es la Iglesia de Cristo que se creó hace casi dos mil años, aquella que estaba con los pobres y perseguidos. Es la Iglesia de los ricos y poderosos. Mala aplicación del Evangelio.

lunes, 12 de octubre de 2009

LADRAN LOS PERROS SANCHO ...

“Ladran los perros mi querido Sancho, luego cabalgamos”, esta frase que ni siquiera corresponde a un fragmento del Quijote de Cervantes, sino que de forma anónima fue introducida en la gran leyenda que ocupa este singular libro, lección de vida, pasado, presente y futuro de quienes algún día pasamos la página de la sensatez para comenzar las líneas de la eterna locura, servirá para extrapolar una forma de ser, un método que algunos utilizan sabedores del daño que provocan, para perturbar la vida de los demás.

Ha pasado el tiempo, pero aun resuenan en mi mente los ladridos de aquellos perros, que son sólo ecos lejanos de los aullidos de quienes están inmersos en las húmedas mazmorras de sus maltrechas y solitarias almas, y pretenden con sus zancadillas y espantos soberanos desequilibrar y asustar a quienes queremos cabalgar por los inhóspitos caminos sin señales ni indicación alguna, caminos de esperanza infinita, progreso y auto renovación compulsiva.
Ladridos sin sentido, salvo la rabia de la ignorancia, de quienes se creen dueños de un universo sutil, y quieren esclavizar a los que intentan saltarse las leyes impuestas por interesados sin escrúpulos o manipuladores reverentes capaces de todo, en vez intentar cabalgar en su propio caballo y recorrer el camino de la verdad. Pero claro esta, y es ahí donde radica el sentido más razonable de esta frase, si no fuese por los ladridos de éstos perros, ni siquiera nosotros mismos reflejados en el espejo de vida, sabríamos que cabalgamos.

Día a día nos movemos en la soledad de nuestro propio yo, o en compañía de la desesperada unión entre uno mismo y su propia fe, nos abrimos paso en un camino tortuoso en medio de la oscuridad acompañados de "Sanchos" silenciosos, siempre escuchando ladridos, que son heridas impertinentes de nuestra existencia y a la vez la mejor señal de que se avanza. Son perros callejeros y despechados, perros carroñeros, pequeños perrillos marcados por la inconsciencia heredada de sus mayores, no importa de que calaña procedan, lo importante es que todos ladran en solitario o al unísono, pero todos ladran.

Aunemos todas las fuerza que nuestro cuerpo permita ejercer, arreemos a nuestro fiel “Rocinante”, para con la mayor de las ilusiones y con más ganas que nunca poder luchar contra los molinos de la crueldad, la intolerancia, la marginación, el racismo, la incomprensión y sobre todo la sinrazón heredada. Seamos dignos de cumplir con las expectativas que desde que nacemos traemos designadas, cabalguemos con fuerza por los abruptos caminos, porque lo andado es lo ganado y el final aun lejano cada vez esta más cerca.