lunes, 25 de enero de 2010

VIC, UN TRATO INJUSTIFICADO

Existe una localidad de España, concretamente catalana, en la que casi el cincuenta por ciento de sus habitantes son extranjeros, entre ellos, Africanos, asiáticos, sudamericanos, europeos de los países del este, etc. Así que porque no felicitar a sus políticos por meterle mano a esta inestable torre de babel. Ya era hora de que sus gobernantes se preocuparan por el miserable sueldo que, en la mayoría de los casos, se les paga por su esfuerzo a estas personas. Y ya puestos, preguntar cuántos llegan al salario mínimo y por cuantas horas de trabajo, ya venia tocando de que los gobernantes se interesaran de que si quien contrata esta mano de obra, lo hace verbalmente y con dinero en efectivo o con un contrato y cotización a la seguridad social.

Ya era hora de que se abriera un registro controlado en Torrejón de Ardoz (un pueblo de Madrid, de los que alquilan todos estos centenares de pisos patera a precios de vergüenza,donde familias completas sobreviven en menos de veinte metros cuadrados, y averiguar qué precios tienen que pagar por unos míseros metros cuadrados techados. Por fin alguien va a preocuparse y desvelar a qué precio acceden estas personas a hipotecas en las hambrientas y desconsideradas sucursales, y con qué peregrinas excusas se les cargan más euros al precio de los coches que han adquirido para llegar al tajo.

Y, de paso, ahora que nos hemos colocado el mono de trabajo para intentar ordenar la población de Vic, plantearnos y revisar cuánto de su riqueza se debe a los alimentos, ropa, enseres y servicios que a diario compran y consumen estos llamados ahora extranjeros. Yo me pregunto ¿por que unos desconsiderados gobernantes, que seguro que no son el reflejo fiel del pensamiento de una población que durante años y años se ha aprovechado y enriquecido a costa del sudor de estos ciudadanos, ahora quieren marcar como judíos en tiempos de Hitler?.

Si no se persigue primero, por pocos que sean, a los ciudadanos blancos e inmaculados de Vic, de manos manchadas y sucias porque explotan a los que no hablan nuestro idioma igual de bien que nosotros, si no impedimos que el extremismo se adueñe de una sociedad puramente constitucional, si no abogamos por un estado libre, sin opresión, y si no consideramos al prójimo como uno más de los nuestros en lo bueno y en lo malo, nunca seremos capaces de mirarnos al espejo y llegar a vernos.

Lamentablemente, el de Vic no es el único caso de racismo que padecemos en este país, ni en el mundo, cuando el extremismo se adueña de las conciencias, y es capaz de impregnar de xenofobia al mas cuerdo de los cerebros, lo único que nos queda es reivindicar que estamos en una sociedad de libres derechos, tanto para los que tuvimos la suerte de nacer en España, como para los que vienen a ella en busca de una vida digna para sus familias.

lunes, 18 de enero de 2010

TERREMOTO EN HAITI

Hay que ver lo que esta pasando en Haití pero no con los ojos del obispo, hay que contemplar la realidad con los ojos del presente. No existen miradas para poder imaginar lo que pasa ahí, no han inventado los bolígrafos capaces de escribir lo que sucede en realidad, carecemos de asombro, no nos queda nada, porque la catástrofe son los brazos que han abrasado la luz y las palabras. No me puedo hacer aun una idea de lo que el mundo puede hacer, como dijo mi buen amigo Don quijote "Adonde interviene el favor y las dádivas, se allanan los riscos y se deshacen las dificultades. Me pregunto si la ONU está dando el do de pecho, si Estados Unidos puede aportar algo mas, si la Unión Europea esta desdoblando sus esfuerzos ante esta situación, y tampoco sé bien qué es posible hacer desde aquí, a parte de contribuir económicamente o rezar por las almas de las víctimas inocentes.

Existen organizaciones benéficas como: Unicef, Manos Unidas, Cruz Roja Española, Cáritas Española, entre tantas que se han puesto a disposición de todo el que quiera colaborar. Ayer en uno de tantos telediarios que nos informan de la catástrofe en primera plana, una imagen me conmovió, Aparece una niña de apenas unos meses de edad, con la mirada perdida en un mar de desolación, con esos ojos grandes de infantil descubrimiento, unos ojos que vuelven a la vida cuando no queda vida alrededor, y mientras tanto, aun resonaban en mi mente las palabras del obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, cuando aseguró que "existen males mayores" que los que están sufriendo en Haití, que "deberíamos llorar por nuestra pobre situación espiritual y nuestra concepción materialista de la vida". Luego ha querido cubrir con un tupido velo sus declaraciones diciendo: "El mal que sufren esos inocentes no tiene la última palabra, porque Dios les ha prometido la felicidad eterna". Que no hay que preocuparse por nada, porque lo que ocurre lo ha dispuesto Dios.
Sí, lo reconozco, se me hace difícil ver las imágenes del terremoto, porque no hay nada peor que esta visión de cuerpos masacrados por cemento y gargantas ahogadas por el polvo de los escombros, de miles de personas sin norte ni sur, huérfanos, mutilados y desamparados. Ni siquiera vivir en la España del aborto, donde se llama matrimonio a la unión entre personas del mismo sexo y a que se le pueda llamar familia, puede ser peor que estos cien mil muertos que además de ser de este mundo son personas. Ahora nos toca proceder a nosotros, a quienes nos enseñaron desde la cuna que la solidaridad es nuestro mejor acompañante en el lago camino de la vida, y que de la mano de ella se pueden hacer las mejores acciones.

Algunas personas optamos por entregar donaciones de forma esporádica a las organizaciones, para apoyar en general el cumplimiento de sus fines, o específicamente la zona o el proyecto con el que desea colaborar. Estas donaciones puntuales, junto a otras formas de colaborar son muy importantes. Haz un ahora y ayuda a estos niños y niñas, sus familias. Todo lo que aportemos a esta causa sera poco para nosotros pero mucho para ellos.

Estas son las cuentas bancarias en las que podemos ingresar nuestra aportación:

Unicef España:

BBVA: 0182 5906 81 0010033337
Banco Español de Crédito: 030 8301 78 0000046271
Banco Popular Español: 0075 0001 87 0606914075
Santander: 0049 0001 59 2810100005
Caja Madrid: 2038 1043 19 6000877505
La Caixa: 2100 5731 70 0200005001
ING: 1465 0100 95 6000000000