viernes, 5 de febrero de 2010

UN DISCURSO MORAL Y EJEMPLAR

A lo largo de la historia, multitud de personas se han encargado de dejar por escrito pensamientos, reflexiones y sobre todo comportamientos en la vida ejemplares y ejemplarizantes. Gracias a la escritura, muchas de ellas han llegado a nuestros días, y podemos adaptarlas a momentos puntuales de la sociedad en la que vivimos.

Este es el caso del discurso que el Presidente del Gobierno pronuncio en el Desayuno de Oración en Washington, era la ocasión perfecta para defender el derecho individual a la autonomía moral y a crear su entorno familiar, era la ocasión ideal para que el mundo se entere que no podemos dejar de velar por la buena integración de esos inmigrantes que van a trabajar y convivir en otros países, al tiempo que pidió que se recuerde a aquellos a los que no se les puede acoger y pasan hambre y miseria en tantos lugares de la Tierra, como las personas que viven en Haití" y han sufrido el terremoto del pasado 12 de enero.

Considero que tanto España como Estados Unidos deben mucho a quienes han venido de fuera. No podemos entender a estos paises sin ellos, sin los que, a lo largo del tiempo, han llegado a nuestra tierra y conviviendo en ella, se han convertido en nuestros compañeros de trabajo, amigos y vecinos para crear una sociedad multicultural.

Por ello, creo que hay que rechazar firmemente las afirmaciones excluyentes de superioridad moral, el absolutismo o el fundamentalismo intransigente, hoy tenemos que defender la tolerancia religiosa y el respeto a la diferencia; España ya fue en el pasado ejemplo de convivencia entre las tres religiones del Libro,
Judaísmo, Cristianismo e Islam, y hoy defiende en el mundo la tolerancia religiosa y el respeto a la diferencia; el diálogo, la convivencia de las culturas, la Alianza de las Civilizaciones, porque esta será la única forma de mantener un mundo unido y en paz, tanto moral como espiritual.

Volviendo al discurso, citare el pasaje de la Biblia al que el Presidente hizo alusión, en concreto del capítulo 24 del Deuteronomio: “No explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus compatriotas, o un extranjero que vive en alguna de las ciudades de tu país. Págale su jornal ese mismo día, antes que se ponga el sol, porque está necesitado, y su vida depende de su jornal”. Con este párrafo se subraya el valor que aportan los inmigrantes que van a trabajar a un país que no es el suyo y los trabajadores en general, y el digno tratamiento que merecen.

Para terminar, el Presidente culmina su discurso como a mi me gusta comenzar o terminar mis artículos, utilizando las palabras de Don Quijote, el insigne caballero Manchego, "Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. La libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos".

Ya sea con una dimensión trascendente o cívica, la libertad es siempre el fundamento de la esperanza, de la esperanza en el futuro.