martes, 2 de marzo de 2010

HERMANDADES O ONGs DE BARRIOS

Nuestra sociedad, en los últimos tiempos, ha experimentado una serie de cambios muy rápidos que obligan a un replanteamiento en las estructuras internas de las Hermandades. Uno de los más relevantes, junto a la formación y la cultura, es sobretodo la actividad social que se genera en ellas o que se debería de generar. La funcionalidad de la Hermandad, sus actuaciones, su forma de estar dentro de la sociedad, de la que forma parte, cambia según la época y el contexto en el que se muevan y en estos momentos se nos demanda una actuación seria, responsable y comprometida en esta materia.

Un aspecto importante es el convencimiento de que la Hermandad debe abrirse al exterior y comenzar a dinamizarse en permanente contacto con las personas de su entorno mas próximo, sean cristianos o no, en este sentido la relación Hermandad y sociedad es fundamental y quizás una de las mayores razones de la existencia de las mismas actualmente. Por este motivo, uno de los puntales debe ser la actuación social, colaborando en la mejora de los niveles de vida de la parte más necesitada de la sociedad, con un equipo de mujeres y hombres que modifiquen los contenidos y la finalidad de la hasta ahora llamada “Bolsa de Caridad” por una verdadera Acción Social, moderna, directa y resolutiva, porque nuestra sociedad así lo está reclamando.

Si por un lado existen las ONGs dedicadas en su mayoría a la ayuda internacional, y sin menospreciar en absoluto su trabajo colaborando en obras sociales fuera de nuestras fronteras, la labor de la Hermandad actual es ser la ONG del pueblo, del barrio o de ámbito más próximo, es decir, junto (que no frente) a las asociaciones que actúan en pro de los más débiles en lugares que nos son más o menos cercanos, las cofradías tienen la oportunidad de realizar el mismo o parecido papel que las ONGs pero en su zona más directa de influencia que no es otra que su barrio, sus vecinos, su gente, lo que mejor conocen y que, aunque no nos lo creamos, tiene también sus necesidades, a veces física pero en otras ocasiones también de espíritu. Además de los casos de hambre, sed, frío, encontramos también a personas con enfermedades, depresión, anorexia, droga, malos tratos, problemas de comunicación, etc.

Es ahí donde una Hermandad moderna y con visión de futuro dotada de las herramientas necesarias para conseguir subvenciones Estatales o Municipales, debe incidir con la constitución dentro de la corporación, de un grupo humano capaz de dar respuesta a los problemas más acuciantes de nuestro entorno más próximo, problemas que actualmente nos quedan tan cercanos a todos nosotros. La colaboración con instituciones benéficas no puede quedar en "migajas" o fruto de la dinámica heredada, debe de ser una colaboración codo con codo, lo más estrecha posible y encaminada en todo momento a la consecución de fines concretos.

Ante las necesidades que reclama nuestra sociedad, ya es hora de poner a nuestras Hermandades al servicio no sólo de nuestros hermanos, o al frente de manifestaciones religiosas públicas que a penas duran una horas, sino también de nuestro entorno social y convertir nuestras Hermandades en entidades que se encuentren en un sitio preferente y en referencia clara e importante, dentro de la sociedad en la que vivimos. Asociaciones de mentalidad abierta y moderna, adaptadas al siglo que hemos estrenado recientemente, que sean puntas de lanza para erradicar en lo posible tanto la pobreza física como de espíritu de nuestra sociedad más cercana.

Para ello, las Hermandades deberían de comprometerse aun más con la sociedad, con nuestros semejantes en la realización de proyectos tanto sociales como culturales y formativos, bien en materia cristiana, organizando talleres lúdicos y didacticos o cursos formativos e informativos. Tenemos que hacer de las Hermandades, como dije anteriormente las ONGs del los pueblos, los barrios o mejor, las ONGs de tantas y tantas familias que en la actualidad lo están pasando tan mal,y todo ello sin dejar de mirar un solo instante hacia la Cruz, símbolo de fe y amor para todos los Cristianos y por el que se constituyen y trabajan las Hermandades.