lunes, 15 de marzo de 2010

MUERE MIGUEL DELIBES -ADIOS, MILANA BONITA-

Quiero comenzar este umilde homenaje con uno de los párrafos más bellos que han salido de su pluma: “Sostenía el pájaro agonizante entre sus chatas manos, la sangre caliente y espesa escurriéndole entre los dedos, sintiendo, al fondo de aquel cuerpecillo roto, los postreros, espaciados, latidos de su corazón e inclinado sobre él lloraba mansamente: milana bonita, milana bonita”.

Escritor, cazador. La obra de Delibes destaca, contempla y destila, con un dominio del castellano como pocos tienen o tendrán, la esencia de una sociedad que fue cambiando del franquismo más duro y dictatorial a una democracia algo revuelta y revolucionaria. Renunció al baile que le proponía la más guapa, para seguir danzando en solitario, en libertad; esa fue su grandeza, la libertad de las palabras, la libertad de las frases, la libertad de sus ideas.

Miguel Delibes siempre se describió a sí mismo como "un hombre sencillo": un vallisoletano por nacimiento, pero también por vocación, rechazó en varias ocasiones trasladarse a Madrid; un cazador experto -varios de sus libros tratan, directa o indirectamente, sobre la caza-; un defensor de los valores y la dignidad humana frente a la opresión del poder y del dinero, pero también frente a un progreso irracional e inhumano.

Así se definía Miguel acerca del aborto hace unos años, demostrando que se sentía comprometido con las noticias de actualidad,”De aquí se deduce que el aborto no es matar, (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea”, me quedo con una de sus frases preferidas «La libertad o invade toda la esfera pública y política o es un camelo».

De todos los libros escritos por Delibes mi preferido es " Los Santos Inocentes", El libro comienza con una dedicatoria a “mi amigo Félix Rodríguez de la Fuente”. Después, en las siguientes páginas, toda la desolación de un cortijo en la Extremadura de los años 70, todas las humillaciones de los señoritos de sonrisa blanquísima y unos ojos llenos de servidumbre que bajan la mirada generación tras generación. Es tal la penuria que pasan los personajes que a falta de justicia divina, es el autor quien se la toma con su puño y letra.

Así concluía su discurso cuando le fue entregado el premio Cervantes, resumió en un pequeño párrafo su dilatada vida literaria y cómo esos personajes fruto de nuestra ficción al leer sus libros eran tan reales como la vida misma para el propio Miguel. “En medio quedan unos centenares de seres que yo alenté con interesado desprendimiento. Yo no he sido tanto yo como los personajes que representé en este carnaval literario. Ellos son, pues, en buena parte, mi biografía”.

Delibes ya no recibirá nunca el Nobel, como no lo hará Ayala, una larga espera que, a su edad, no creo que le importara demasiado ya. Ahora, quizás, es momento de brindarle un reconocimiento todavía mayor, y mira si es fácil; basta en hacerse con uno de sus libros, seguro que tenemos uno a mano en casa, abrirlo por la primera página y empezar a leer con entusiasmo. Esa es la manera en que los autores, tras su muerte, alcanzan la verdadera inmortalidad.

“Ahora esperemos que Dios cumpla su parte”, como escribió en su obra "El Hereje", y reciba a tan ilustre y buena persona con los honores que merece. Si yo he tardado unos días en sumarme a ese homenaje, no es porque la muerte de Delibes no me haya afectado, sino porque la pérdida del ultimo de los representantes de los mejores escritores que ha dado nuestra tierra, me ha dejado huérfano de palabras, mudo de la mano derecha y sobre todo cojo de sentimientos.