lunes, 19 de abril de 2010

EL JUEZ GARZÓN, EL ÚLTIMO AJUSTICIADO DEL RÉGIMEN.

Como dijo Pablo Iglesias ” la historia suele repetirse, primero como tragedia y luego como farsa, y que lo segundo anuncia la clausura de un ciclo histórico”. Partidos de ultraderecha pasados de moda como la falange, han conseguido sentar en el banquillo al Juez Garzón ya que para ellos es un “rojo peligroso”, le acusan de atreverse a investigar los crímenes del franquismo. Para que nos demos cuenta que los rescoldos del fascismo no se han apagado aun, porque también cuentan con apoyos en el interior del PP y en algunos sectores de ultraderecha que apoyaron el golpe de estado de Franco, un trágico capítulo de la historia de España que costó más de un millón de muertos algunos de ellos a manos de familiares, amigos y vecinos endemoniados.

El Tribunal Supremo, donde la amplia mayoría de los magistrados pertenecieron y juraron lealtad a los principios fundamentales del régimen, podrá hacer valer aquella frase que treinta años después volvemos a recordar: el franquismo no se toca. Y quizás por esta razón la derecha franquista no le perdona a Garzón haberse declarado competente para poder investigar los asesinatos y las desapariciones que ocurrieron durante la Dictadura de Franco, que no durante la guerra, porque la guerra como todos sabemos son crueles por ambos lados y se cometen atrocidades sin escrúpulos, lo que aquí se investiga son los crímenes ocurridos posteriormente, durante la opresión y la revancha política desmesurada de Franco.

La semana pasada, el progresista Luciano Varela, el instructor del Supremo en la causa general contra Garzón devolvía el estoque al Supremo para que el resto de la sala compartiese la medalla. Nadie quiere para él solo ese honor internacional: permitir que los ultras de Manos Limpias y la Falange Española de las JONS sienten en el banquillo de los acusados al hombre que intentó juzgar los crímenes del franquismo.

En cuestión de dos semanas, es casi inevitable que el Poder Judicial aparte a Garzón de su juzgado y deje a España ante su espejo, para podamos contemplar que la democracia heredada carece en algunas ocasiones de sentido común. Garzón cometió un error, una imprudencia. Como juez, debería haber sabido que en España las leyes más duras son las que no están escritas.

Una injusticia en España, Así titula The New York Times el alegato en defensa de Garzón que publicó en sus páginas hace unos días. Es un duro editorial contra la causa abierta contra el Juez, que califica de “políticamente motivada”, el prestigioso diario afirma: “Los crímenes reales en este caso son las desapariciones durante la dictadura franquista, no la investigación de Garzón.” “España necesita una investigación honesta de su turbulento pasado, no perseguir a aquellos que tienen el valor de exigirla”. Con este tipo de afirmaciones que provienen de la catedral de la coherencia periodística, tenemos que empezar a razonar acerca de la actuación del Magistrado y mirar hacia nuestro propio ombligo donde seguramente encontremos la respuesta a este controvertido caso.

Políticos de todas las ideologías de este país y del mundo entero, menos del PP claro esta, sindicatos, artistas, aristócratas, personalidades de alto calado social y mediático y una laga lista de humanistas se han sumado al rechazo contra la causa al Juez Garzón, ya que una sentencia condenatoria a quien se le puede llamar el Juez arriesgado y comprometido, acabaría con una carrera dedicada a hacer que terroristas y dictadores paguen por sus crímenes. Alguien dijo una vez una frase y me gustaría terminar este artículo con ella, ya que define brevemente, no solamente la labor realizada por el Juez en el caso de los crímenes del Franquismo, sino la causa que llevaron a los fusilados y masacrados a permanecer aun en cunetas olvidadas, “nadie se enfrenta con los poderosos sin ser castigado por ello”.