martes, 29 de septiembre de 2009

TRADICIONES

Junto a la luz, el paisaje, y el ambiente, hay un cuarto elemento que forma y moldea a las persona; la tradición. Esta doctrina y costumbre conservada a lo largo de los tiempos y heredada por transmisión de padres a hijos, es esencial porque al configurarlo, le entrega una herencia decantada durante generaciones y en su conservación, es más en su depurada y acrecentada transmisión, puede estar mucho de su gloria o de su fracaso.

La tradición no es una masa inerte que se recibe en las manos, para entregarla igual a los que nos sucedan. En la tradición se cumple la ley de que las cosas crezcan permaneciendo en si mismas, porque las esencias son permanentes e inmutables y el secreto de su evolución adecuada, es el de descubrir en cada época un nuevo aspecto.

Convine tener claros los conceptos, porque la tradición es fundamental para una vida en orden y equilibrada y de su claro concepto y diáfana noción, están dependiendo de que sean símbolo de prosperidad o monumentos fosilizados dignos de una exposición en un museo, han pasado siglos y siglos y en la mayoría de ellos, han labrado ese depósito transmitido de generación en generación, haciendo llegar hasta nosotros, no ya un tesoro incalculable de riqueza y expresión plástica, sino algo más rico y al mismo tiempo perdurable, un estilo, un modo de ser y de comprender que la hacen personal y distinta. Y fiel al buen concepto, en cada época, hemos de descubrirle un nuevo aspecto que, depurándola, la enriquezca y acreciente.

Por eso me manifiesto como un defensor de las tradiciones más arraigadas, de aquellas que aun pareciendo pretéritas y desfasadas aun conservan la esencia viva de lo que fuimos, somos y seremos. Y estoy completamente seguro que sirve también para cimentar la cohesión social, algo que en estos tiempos nos viene tan bien.